Helena Taberna, 2010.

El documental relata la historia de Nagore Laffage, quien fue asesinada por Diego Yllanes durante las fiestas de San Fermín, la noche del 6 de julio 2008. Con el testimonio de su madre, Asun Casasola, como hilo conductor, este proyecto busca no sólo generar conciencia social a través del cine, mostrando el proceso de búsqueda de justicia, sino también servir como «memoria y figura viva» de Nagore, haciendo énfasis también en su alegría, personalidad y espíritu.

El film es un ejercicio de reflexión sobre la influencia de los estereotipos de género sociales e institucionales en la búsqueda de justicia en casos de violencia machista. En el caso de Nagore estos estereotipos fomentaron cuestionamientos y juicios de valor sobre la víctima durante el proceso legal contra su asesino, Diego Yllanes, restando responsabilidad al accionar del victimario. La influencia del alcohol y la confesión de culpabilidad sirvieron como atenuantes en la instancia judicial, donde Yllanes logró evitar una posible condena de veinte años por asesinato. En su lugar, obtuvo la libertad condicional después de cumplir nueve de los doce años que le fueron impuestos por homicidio.

El caso de Nagore permite evidenciar una situación que trasciende de lo individual a lo universal, dibujando una radiografía de la situación actual de la violencia machista en nuestras sociedades. En este sentido, el cine funciona como reivindicación de los derechos de las mujeres y memoria activa de las luchas que protagonizan a diario. Estas historias, cuando son contadas por mujeres, logran poner en el centro enfoques, derechos y luchas que muchas veces quedan en los márgenes de las narrativas históricas, como es el caso de Asun. De esta forma, contar estas historias tiene una doble función: la reivindicación y memoria de Nagore y la lucha de su madre como garantía de no repetición de este tipo de violencias.