Mujer joven que a los 16 años fue víctima de violación sexual por parte de dos actores armados. Producto de la violación se quedó embarazada, y no recibió una atención adecuada que le permitiera siquiera expresar su deseo de interrumpir el embarazo. Además de la violación y del embarazo, tuvo que desplazarse del municipio donde vivía por amenazas contra su vida, derivadas del intento de denunciar lo ocurrido.
Tras la violación, el desplazamiento y el nacimiento de su hijo, se vio obligada a asumir una maternidad impuesta no solo por el acto violento contra ella, sino también por la mala orientación institucional. A esto se suman los valores y creencias religiosas de la madre, quien fue la única persona a quien consultaron para que autorizara la interrupción del embarazo, a lo que se negó.